Cuál es el país más peligroso del mundo

Cuando escuchamos hablar del "país más peligroso del mundo", nuestra mente puede viajar a territorios en conflicto, regiones con altos índices de criminalidad o zonas afectadas por catástrofes constantes. Pero, ¿cuál merece realmente ese título? ¿Y cómo se mide el peligro?

Para responder esta pregunta, recurrimos al Índice de Paz Global (Global Peace Index, GPI), elaborado cada año por el Institute for Economics and Peace, que analiza factores como la violencia interna, el conflicto armado, el crimen organizado, la inestabilidad política y el acceso a armas. Según el GPI 2023, el país más peligroso del mundo es: Afganistán.

Un país atrapado en el conflicto

Afganistán ha ocupado los últimos puestos del GPI durante varios años consecutivos. Aunque en 2022 fue brevemente superado por Siria, en 2023 volvió a encabezar el triste ranking. ¿Por qué?

Afganistán ha vivido décadas de inestabilidad, guerras y violencia política, marcadas por invasiones extranjeras, guerras civiles, terrorismo y conflictos religiosos y étnicos. Desde la ocupación soviética en 1979 hasta la retirada de las tropas estadounidenses en 2021, el país ha sido escenario de uno de los conflictos más largos y complejos del mundo moderno.

Tras la retirada de EE. UU., los talibanes retomaron el control del país casi de inmediato. Desde entonces, las libertades civiles, en particular los derechos de las mujeres, han sido severamente limitadas, y la situación humanitaria se ha deteriorado. Aunque técnicamente ya no hay una guerra activa con tropas extranjeras, la violencia persiste en forma de represión, terrorismo y enfrentamientos internos.

Historia en tierra montañosa

Afganistán ha sido históricamente un punto estratégico entre Asia Central y el sur del continente, lo que lo convirtió en un cruce de culturas, imperios y... ejércitos invasores.

Durante siglos, ha sido codiciado por grandes potencias: Alejandro Magno, el Imperio Británico, la Unión Soviética y, más recientemente, Estados Unidos. Sin embargo, todos han descubierto lo mismo: Afganistán no es fácil de conquistar, ni de gobernar. De hecho, ha sido apodado “el cementerio de los imperios”.

Su geografía, dominada por las montañas del Hindu Kush, ha sido aliada de sus combatientes, y enemiga de los invasores. Pero también ha aislado regiones enteras, dificultando el desarrollo económico y la unidad nacional.

La sociedad y su resiliencia

A pesar del conflicto, Afganistán es una sociedad profundamente rica en cultura y tradiciones. Sus más de 38 millones de habitantes pertenecen a múltiples grupos étnicos como los pastunes, tayikos, hazaras y uzbecos. El islam, en sus ramas suní y chií, es la religión predominante, y la vida se rige muchas veces por costumbres tribales ancestrales.

En los años posteriores a la invasión estadounidense (2001), se produjo una tímida apertura social: se multiplicaron las escuelas, se crearon medios de comunicación independientes y las mujeres comenzaron a tener una mayor presencia pública. Sin embargo, muchos de esos avances han sido revertidos desde el regreso de los talibanes.

Una economía bajo presión

Afganistán es uno de los países más pobres del mundo. Su economía depende en gran medida de la ayuda humanitaria internacional, ya que la inversión extranjera es casi inexistente, y muchas empresas han cerrado o emigrado.

Además, el país ha estado históricamente vinculado al cultivo de amapola para la producción de opio, lo que alimenta redes ilegales que se extienden por toda Asia y Europa. En algunos momentos, más del 80 % de la producción mundial de opio provenía de Afganistán.

Una anécdota que retrata el absurdo

En 2011, durante un intento de reconstrucción del país, un equipo internacional gastó más de 40 millones de dólares en construir un hotel de lujo en Kabul que nunca llegó a abrir sus puertas. ¿Por qué? Porque no había seguridad para los huéspedes, ni clientes potenciales, ni infraestructura básica para su funcionamiento. Fue un símbolo perfecto de cómo los esfuerzos de reconstrucción, aunque bien intencionados, no siempre se adaptaban a la realidad local.

Hoy en día, muchos de los edificios construidos durante esos años están abandonados o reconvertidos para otros fines. El hotel de los 40 millones se convirtió, irónicamente, en un cuartel improvisado para una facción armada.

¿Qué significa “peligroso”?

Es importante aclarar que hablar del país más peligroso del mundo no implica que todos sus habitantes sean violentos o radicales. La mayoría de los afganos son personas que simplemente intentan sobrevivir en un contexto extremadamente difícil. De hecho, son conocidos por su hospitalidad, su espíritu resiliente y su profunda fe.

El peligro, en este caso, se refiere al contexto general: altos niveles de violencia, falta de protección civil, pobreza extrema, represión y conflictos armados. Todo eso hace que vivir en Afganistán sea, en la práctica, una experiencia llena de incertidumbre y riesgo.

En resumen

Afganistán, con su belleza geográfica, su compleja historia y su sociedad diversa, es hoy considerado el país más peligroso del mundo según los principales índices de seguridad internacional. Sin embargo, también es un lugar lleno de personas valientes, tradiciones antiguas y un potencial que sigue esperando tiempos mejores.

Es un recordatorio de que la paz no es solo ausencia de guerra, sino también presencia de justicia, educación y esperanza. Y que, a veces, el país más peligroso no lo es por elección, sino por el peso de su historia y la desatención del mundo.

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