¿Cuál es el país más pobre del mundo?
Cuando escuchamos la palabra “pobreza”, es fácil imaginar carencias materiales, hambre o falta de acceso a servicios básicos. Pero la pobreza, en términos económicos, también se mide y compara entre países. Entonces, surge la pregunta: ¿cuál es el país más pobre del mundo?
La respuesta no es sencilla ni única. Depende de cómo se mida: ¿por Producto Interno Bruto (PIB) total? ¿O por PIB per cápita, es decir, la riqueza generada por cada persona al año? La mayoría de organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial, utilizan este último criterio, y en ese sentido, Burundi suele ocupar el primer lugar.
Burundi: pequeño, montañoso y olvidado
Burundi es un pequeño país sin salida al mar, ubicado en el corazón de África, entre Ruanda, Tanzania y la República Democrática del Congo. Tiene una superficie de unos 27.800 km² (similar a Galicia) y una población de más de 12 millones de personas.
Según el FMI, en 2024 el PIB per cápita de Burundi ronda los 250 dólares anuales, lo que lo coloca como el más bajo del mundo. Eso equivale a menos de un dólar al día por persona. Una cifra que, por sí sola, ya nos da una idea de los enormes desafíos que enfrenta este país.
¿Por qué Burundi es tan pobre?
Las razones son muchas, y se entrelazan entre sí:
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Conflictos étnicos e inestabilidad política: Burundi ha vivido décadas de tensiones internas, en especial entre las etnias hutu y tutsi. Estas divisiones llevaron a guerras civiles, golpes de Estado y persecuciones, dejando un legado de violencia, desplazamientos forzados y desconfianza.
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Poca diversificación económica: Más del 90 % de la población depende de la agricultura de subsistencia. Es decir, cultivan para sobrevivir, no para comerciar. Esto los hace vulnerables a sequías, plagas o cambios en el clima.
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Falta de infraestructuras: El país tiene muy pocas carreteras asfaltadas, un sistema eléctrico limitado y un acceso precario a servicios básicos. Más del 70 % de la población no tiene electricidad.
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Alta densidad de población y presión sobre los recursos: Con más de 400 habitantes por km², Burundi es uno de los países africanos más densamente poblados, lo que agrava los problemas de acceso a tierra cultivable y agua.
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Corrupción y gobernanza débil: La inestabilidad institucional y la falta de transparencia en la gestión pública han desincentivado la inversión extranjera y frenado el desarrollo.
Una población joven con ganas de futuro
A pesar de sus dificultades, Burundi tiene una población extraordinariamente joven: más del 60 % de sus habitantes tiene menos de 25 años. Esto supone tanto un reto como una oportunidad. Por un lado, hay que ofrecer educación, salud y empleo a millones de jóvenes; por otro, existe una enorme reserva de energía, creatividad y potencial.
En las últimas décadas, organizaciones internacionales y ONG han trabajado en proyectos educativos, sanitarios y de empoderamiento comunitario. Poco a poco, se ven mejoras: ha aumentado la tasa de escolarización, se han reducido las muertes infantiles y se están desarrollando cooperativas agrícolas.
Una anécdota que muestra la resiliencia
En 2011, un grupo de estudiantes de secundaria en la capital, Bujumbura, decidió formar un equipo de robótica, con piezas recicladas de aparatos electrónicos viejos. Sin apenas recursos, compitieron en un torneo regional organizado por la Universidad de Nairobi… y quedaron entre los tres primeros.
Lo más sorprendente es que ninguno de los chicos tenía acceso a internet en casa. Todo lo que sabían lo habían aprendido en bibliotecas o preguntando a profesores. Su historia se viralizó en algunos medios africanos como símbolo de la capacidad de innovación incluso en contextos de extrema pobreza.
¿Y qué está haciendo el mundo?
Burundi ha recibido ayuda internacional, pero los resultados han sido irregulares. Parte del problema es que la ayuda externa, si no está bien coordinada o no involucra a la comunidad local, puede crear dependencia o alimentar redes clientelares.
En los últimos años, organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Banco Africano de Desarrollo han apostado por estrategias a largo plazo: mejorar el acceso a la educación, capacitar a mujeres emprendedoras, apoyar la agricultura sostenible y fortalecer las instituciones democráticas.
En resumen
Burundi es el país más pobre del mundo en términos de PIB per cápita, pero esa etiqueta no define la totalidad de su realidad. Tras las estadísticas hay millones de personas resilientes, jóvenes con talento, comunidades organizadas y una voluntad de salir adelante.
Decir que un país es pobre no debe ser sinónimo de lástima, sino de llamada a la comprensión y al compromiso. Comprender las raíces de la pobreza es el primer paso para combatirla, y Burundi —como tantos otros países— no necesita compasión, sino cooperación inteligente y solidaridad sostenida.
Porque la verdadera riqueza de un país no siempre se mide en dólares.
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